Estoy a una semana de los globales y, por tanto, harto de estudiar y hacer trabajos así que me he metido en YouTube y he visto un vídeo de Cristina Leitón hablando de "Colectivo Detroit".
¿Qué es Colectivo Detroit? Pues es una especie de iniciativa que llevan los blogs quiero ser como Maude y Billete de Cercanías. Consiste en que cada semana (creo) proponen un enunciado y a raíz de ahí, tienes que escribir lo que se te ocurra. Esta semana el enunciado quedaba a manos de un generador llamado Writer Igniter.
Así que, como lo que me ha salido en Writer Igniter era interesante y mi blog de reseñas literarias, cada vez es menos de reseñas literarias... ¡hoy escribo yo! 💫
Aviso: La reproducción parcial o total del siguiente texto será sancionada con mi odio eterno, y tal vez me plantearía denunciar o algo así. En serio, no lo hagáis, por favor.
Elspeth
Salí del edificio central con prisa, hoy había sido una clase muy intensa. Mia no paró de llorar en toda la hora y tuve que cambiar la ropa a Knut, que se había hecho pis encima. Al final del día, para relajarme yo y calmarles a ellos, les leí “¡Cómo el Grinch robó la Navidad!”. Faltaban pocas semanas hasta las vacaciones de Navidad, pero yo había pedido unas vacaciones anticipadas. Por el bien del mundo.
La maleta me esperaba, ya preparada, sobre la cama. Solo faltaba una cosa por meter. Me dirigí hacia el armario de madera de cerezo, corrí las puertas y retiré un montón de mantas del interior. Levanté un tablón de madera en la base del mueble y saqué una caja fuerte de madera gris, con una combinación de cuatro dígitos. Removí la caja junto a mi cabeza para comprobar si dentro sonaba todo lo que tenía que sonar. Estaba todo. Abrí la maleta y puse la caja sobre mi pijama, la maleta estaba bastante llena (era pequeña, no podía permitirme facturar) así que bajé la tapa y me senté encima para poder cerrar la cremallera. Fui hasta mi escritorio y saqué del segundo cajón un billete de avión a mi nombre, “Elspeth Mia Jespersen”. Me pusé mi largo abrigo negro, que recordaba a una túnica, y unos guantes cortados por los dedos: me dirigía a un lugar frío.
Vagué perdida por el aeropuerto, había desarticulado varios grupos criminales pero era incapaz de encontrar el lugar donde debía embarcar. Me choqué de frente con un chico de mi edad, tal vez algo más joven. Ambos caímos al suelo y se me soltó el billete de la mano. Recogí velozmente el billete y pedí disculpas mientras me incorporaba. El muchacho continuó su camino y yo volví a mirar el billete. “Bristle Antoine Wren”. Definitivamente ese no era mi billete. Abrí la boca para gritar al joven que se parase, pero la volví a cerrar cuando vi que el avión que él tenía que coger era el mismo. Podía seguirle hasta la puerta de embarque, con una excusa para no parecer tan ignorante como me sentía si se daba cuenta. Ya habría tiempo para intercambiarnos los billetes.
La música de mis auriculares resonaba en mi cabeza, junto a un fondo de aplausos. Jamás comprenderé a la gente que aplaude cuando aterriza un avión, aunque en ese momento lo agradecí por haberme despertado. “Enhorabuena, no hemos tenido un accidente. Podríamos haber estallado en llamas en el aire o haber caído en el medio del mar, pero no. ¡Aplaudamos!” Supongo que eso es lo que pasa por sus cabezas. Si yo hubiese aplaudido cada vez que he sobrevivido a una situación de riesgo, tendría las manos desgastadas.
Lo primero que vi al salir del aeropuerto fue la costa, cubierta de nieve, que se extendía desierta hasta donde alcanzaba mi vista. Estaba nevando en ese momento, y todo mi cuerpo me agradeció por haber previsto las bajas temperaturas. Excepto mis dedos, ellos me maldijeron de la peor de las maneras, se pusieron rojos y morados de furia. De furia, o de gangrena, porque de verdad que no los sentía. Meti las manos en los bolsillos de mi abrigo para que entrasen en calor.
Llegué a la base de operaciones donde me recibió Valerie.
— Llegas en el mejor momento. Acabamos de recibir una videollamada suya, quiere hablar contigo.— Echó a correr antes de haber terminado la última palabra.
Dejé la maleta en la recepción y corrí tras ella, llegamos a la sala de comunicaciones y vi su cara. Sus ojos cobrizos que dejaban escapar el infierno que habitaba en su interior. Sus labios finos parecían desgastados por todo el odio que habían pronunciado.
— Llegas en el mejor momento, siéntate,— la voz salía distorsionada de la pantalla pero su tono era inconfundible, tan repugnante como siempre— tenemos mucho que hablar.
— ¡No hay nada que hablar! Lo que has hecho es imperdonable. Pronto llegará tu fin. Pronto nos veremos. Y mi cara de satisfacción será lo último que veas.
Sí. Soy algo parecido a una superheroína, pero molo más.
Pues eso es todo, espero haberos enamorado por completo. O que os lo hayáis pasado bien al menos.
¡Un saludo!
¡Hola! ¡Me ha encantado la historia! Aunque me deja con la intriga... quiero saber toooodo lo que ha pasado :(
ResponderEliminarTambién me han encantado (de verdad de la buena) los nombres ¡Son geniales!
Y la frase: "Sus labios finos parecían desgastados por todo el odio que habían pronunciado."
Bueno, ¡es que me ha gustado todo!